12/1/08

Ángel González

La última vez que estuvo por Oviedo, hace muy poco, me lo crucé por la calle muy cerca del Reconquista. Yo venía de arreglar una cosa en el banco y él disfrutaba del paseo y la conversación de un amigo. Me causó impresión porque lo encontré más mayor. Pero como estaba tan elegante como siempre, ese detalle no importaba. Pensé que me apetecía pasear también y me entraron ganas de pararle, ahora me arrepiento, quería preguntarle si se acordaba de mi (que estupidez) porque una vez recité un poema con un escenario trágico a nuestras espaldas: la Plaza del Fontán derribada, la misma por la que había pasado Lorca con La Barraca. En aquella ocasión estaba muy nervioso, si lo tuviese que volver a recitar ahora lo estaría también. Pero me hizo gracia que con una sonrisa Ángel lo comprendiera, para mi fue una bendición.

De entre su maravillosa obra, creo que éste es el que más procede y... dice así,
Para que yo me llame Ángel González

Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo el mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...
Ángel González

(13/01/2008) Más palabras para Ángel González:
(15/01/2008)

2 comentarios:

Jonás Fernández dijo...

Hola Chus,

¿Dónde está aquella foto
en que salimos,
megáfono en mano,
junto a Ángel González
esa fría mañana en el Fontán?

¡Qué frío hacía!

¿Recuerdas?

¿O quizá temblábamos por los nervios?,
¿o por ambos motivos?.

Recuerdo también a Rosa Regas allí,
junto a nosotros,
y a Marcos Tramón y a otros amigos de la tertulia Oliver.

¿Recuerdas?

De nuevo siento el frio de aquel día en mis huesos....
Y el Fontán no está en su sitio.

Los pilares de una ciudad desaparecen.

Y mis dientes rechinan.

Y frotar mis manos ahora no suavizan, como antes, mi frío.

Un abrazo,
J.

factoria7gritos dijo...

Recuerdo que recitaste muy bien. Es verdad que allí estaba Marcos, al que echo de menos tratar tan a menudo porque es un poco como dicen que era Ángel. Como comentas también había muchos amigos más.

Buscaré esa foto. Por algún sitio estará, porque será un bonito recuerdo. Un recuerdo del día en que compartimos trincheras con Ángel, así que aunque no nos conocía... quizás somos por eso -y por mucha que distancia que haya: eramos un par de adolescentes resacosos- de su misma generación.

Hay cosas que quizás no se puedan cambiar. El Fontán no está pero por lo menos aquel día nos quejamos. Ángel González tampoco está, también nos quejamos.

Gracias por escribir éste mensaje Jonás. Por recordar aquel día, que yo tengo grabado entre los más especiales.