6/3/08

Mudanzas (I)

¿Será verdad eso que dijo Juan José Millás de que tres mudanzas equivalen a un incendio? No me lo creo, llevo una y media y no hago más que encontrar cosas. El domingo encontré una raqueta y para mi sorpresa estaba bastante usada. El 50% de la propiedad restante de la vivienda nueva (si excluimos la sombra de Cajastur) preguntó "Pero ¿qué haces con eso?" A lo que sólo se me ocurrió contestar que en todo trastero tiene que haber una raqueta. Libré por los pelos. Es lo que tiene bajar objetos a la vista, si van metidos en cajas puedes excusarte con el típico "son más discos" o "son más libros".

El trastero, que nunca tuve hasta ahora, es una suerte para no tener que subir directamente la porquería a tu casa. Pero tiene un gran problema: el tamaño del mismo hay que calcularlo dividido siempre entre dos. Es extraño, paranormal, hay un fenómeno curioso en estos cuartos porque las cajas que dejas allí se hinchan de forma desproporcionada. No creo que sea humedad, más bien es posible que en esa miserable oscuridad no ventilada y fantasmagórica se apareen cajas cuadradas con rectangulares, cajas de colores con cajas de color caja, cajas de cartón con recipientes de plástico... Todo sea por fastidiar porque lo peor no es pagar por tener la mitad de la superficie adquirida, es escuchar "Pero tú... ¿Cuántos libros tienes?"

Otra cosa terrible de las mudanzas es encontrar cosas prestadas de otra gente. Se te cae el mundo a los pies, piensas que eres un cabrón por llevar 6 años sin devolverle el disco favorito de uno de tus amigos y pueden aparecer desde un ampli hasta el tapón del lápiz usb prestado (ahora devuelto, eso sí). Que malas personas somos en las mudanzas... e intuyo que en cosas peores nos convertiremos...

El lunes fui a IKEA. Tengo que decir que hasta entonces era el sitio de mis sueños. Trabajar en IKEA: una vida plena, hacer lo que me más gusta -pensaba-, que privilegio disfrutar en mi trabajo... los auténticos informáticos lo comprenderán.

Bueno, mi romance sueco fue bonito mientras duró. Acabo de borrarme de las alertas de empleo de la empresa que me llegan a veces por email. La razón: un tornillo de la mesa Utby, una mesa preciosa, robusta y hasta con cierto glamour. Un par de horas conociéndonos para que la dichosa mesa ¡me muestre su indiferencia con su último tornillo! No encaja. ¡Era el último! por el amor de dios.

Continuará...

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