23/7/08

Pocoyó, Caillou, Bob the builder y el director regional del banco

Es una historia real y sucedió ayer. Quizás fuera porque una tienda de juguetes no era su medio -la gente decente sonríe en las tiendas de juguetes (Pocoyó, Caillou, Bob the builder ¿Cómo no vas a sonreir?)- pero tenía cara de mala hostia, sólo sonreía a su niña. Como para evitar que pensase que era un cabrón. Lo era de hecho, pero un tic le delataba. No estaba en una situación nada cómoda -me imagino lo fácil que sería ganarle a las cartas, provocarle una situación de tensión o ridiculizarle con un tic así-.

Me divierte pensarlo porque era bochornoso el solo hecho de encontrarse a su lado, casi vomitivo. Después de montar un buen pollo y conseguir hablar con el encargado de tienda que -debía pensar él- era su igual a igual en aquel lugar, todavía se permitió alardear de posición a la pobre cajera que tuvo que aguantarle "cómo que la tarjeta no pasa, soy director regional de ese banco, cómo me van a dar una tarjeta que no funciona".

Un cretino es un cretino. Con cargo, con traje, con visa oro, con cochazo,... lo sigue siendo igual. La chica que le atendió seguro que le pedirá una hipoteca a un tipejo como ese, más pendiente seguro de agasajar a constructores y disimularles sus cajas B. Porque este, y no hay otra, es de los tipos que te besan la mano, o los pies, si según el caso piensa que estás en un escalafón más arriba. Los ricos de toda la vida, al menos, no necesitan demostrar nada y son por tanto mucho más educados... y mucho más elegantes.

1 comentario:

Maria D Fanjul dijo...

Siempre decia mi abuela: una dama se conoe por como trata al servicio...