Las vías del vasco eran una estructura pesada que partía la ciudad pero también suponían la penetración de grandes arterias verdes que no sólo incluían matorrales, también había árboles reseñables y una colección impresionante de huertos urbanos.
La baldosa dura sustituyó el ferrocarril y abrió espacios pero perdió la capacidad de integrar esa savia que venía a acercarnos lo mejor del mundo rural.
Mientras, en otros lugares, rescatan áreas de cultivo familiar. Hoy quedan pocos testimonios de aquellos huertos. La foto... junto a la estación de La Argañosa.
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