Llamar verde a lo que ya era verde

De vez en cuando, los gobernantes locales sacan pecho para presumir de zonas verdes. Llama la atención porque las medallas se las cuelgan los que sustentan al alcalde más arboricida de la historia de la Ciudad, con permiso de aquel que serró el Carbayón de la calla Uría.

Pero la verdad es que, al margen de las barbaridades conocidas (Jardines de la Lila, árboles de Buenavista, parque de Panorama, bosque de la Zoreda...) el Ayuntamiento de Oviedo tiene bien poco de lo que poder presumir en este aspecto, a excepción -claro- del buen trabajo de los jardineros municipales (y de eso sólo pueden presumir los propios jardineros).

El tema viene por las cifras de crecimiento de zonas verdes. Se ofrecen en dos versiones, con la vista puesta 15 años atrás: a estas alturas comparar una gestión 15 años atrás da la risa; y también con respecto al año anterior.

Lo del año anterior tampoco vale porque se incluirá la ampliación del Parque de Invierno que se negoció hace poco. Este caso es sintomático de lo que ocurre: llamar verde a lo que ya era verde. Lo hablábamos el otro día, el mérito es crear zonas verdes dentro del núcleo urbano porque la dificultad es enorme pero hacer una permuta con una constructora que tiene prados dónde abundan es más bien una tomadura de pelo. Queda bien para ofrecer cifras globales pero no para satisfacer una necesidad. Vale que algo es algo pero el Parque de Invierno no necesita crecer (ni siquiera a largo plazo), como tampoco son necesarios más parques duros o perder más trenes.