Nunca basta con tener una idea, hay que acorralarla hasta que se materialice.
En dos horas despachamos lo que desde hace dos años, con muchos contratiempos, perseguíamos: una guerra de guerrilla con flores.
La jardinería de guerrilla es algo estético pero casi más que por el resultado porque plantea una nueva forma de relación entre naturaleza y espacio urbano. También es una crítica severa a los planificadores de las ciudades y una forma de participación vecinal distinta.
Me quedo con los nervios del momento y con las risas al acabar el trabajo. También con las muestras de apoyo y de entre ellas con el comentario de Estela, ese "da gusto levantarse una mañana y descubrir que te han puesto una flor en tu camino, me sacó una sonrisa, y eso en los días que corren es un gran regalo".
Ahora que vemos que no es tan complicado, hace falta seguir y plantar por más ciudades.
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3 comentarios:
qué éxito!!
enhorabuena!
Gracias Laura!
Nada, nada.... yo suscribo lo que ya te dijo A.: lechuguitas, lechuguitas... que las flores no se comen, seamos prácticos :-PPP
Un abrazo, grande.
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