12/8/09

Coger la pala

De momento, es lo que hay. Pero da pena que la foto no muestre nada bien ni la actividad ni la cantidad de participantes de la "hortera" guerrilla en Natahoyo.

A punto estuvo de suspenderse todo porque intervenir en la ubicación elegida requería más que un par de horas (y que un par de días). Así que en nuestro mapa figuraba una dirección que luego, sobre la marcha, cambiamos.

Puede que sea una gran tontería decir esto pero aquella casa derruida, que nos encontramos y en la que al final no pudimos llevar a cabo la actividad, sirvió quizás para descubrir que puede que haya algo muy antiguo en una flor, incluso en una berza. Algo grabado en esa memoria caché que arrastramos y que debe recordar ese paso innovador de cazadores/as-recolectores/as a agricultores/as. Es una sensación muy diferente a la de regalar un ramo de rosas de floristería, menos "sofisticada" y artificial pero capaz de ilusionar -incluso- en situaciones muy tristes. Desde el punto de vista social, la jardinería de guerrilla tiene aplicaciones, y debería valorarse intervenir más a menudo en entornos realmente deprimidos.

La idea inicial de realizar la actividad en la calle Caroña, era muy buena desde ese punto de vista, pero inviable a corto plazo. Así que tuvimos suerte y pudimos, después del enérgico trabajo de -sobre todo- Rubén en la casa derruida de Caroña, empezar a cavar en un parque cercano para poner luego dos pequeños huertos: uno de hierbas aromáticas y otro de pote asturiano.

Todo esto formaba parte de la ruta en bici organizada por el colectivo Zoohaus y del taller de Re:farm the city . Colaboraba Jóvenes por la Ecología. Era una experiencia del tipo "Su última voluntad" que mapea espacios vacíos de la ciudad (solares, construcciones paradas o dotaciones públicas sin uso) y propone a la ciudadanía decidir sobre usos temporales y cómo llevar a cabo actividades. No sólo era jardinería o huerta guerrilla, también había varias acciones más.

La parte de Jóvenes Por la Ecología era preparar la tierra y a las dos horas un ejercito de guerrilleros en bicicleta se pararon para ayudar y rematar el trabajo plantando berza, perejil, romero,... Quizás por número de participantes haya sido la experiencia de jardinería (o más bien huerta) guerrilla más numerosa que haya tenido lugar en España. La verdad es que apetecía más coger la bici que participar en sólo una de las actividades del recorrido. Pero sin gente que trabajase cada actividad concreta, no se hubiera podido realizar todo el conjunto.

Lo bueno de este tipo de rutas y actividades es que no son patrimonio de nadie, cada uno es libre de aplicarlas y organizarlas en su ciudad aunque pertenezca a un colectivo formal o no formal, o incluso de forma individual. Cuando en Jóvenes Por la Ecología se organizó la primera actividad de Jardinería de Guerrilla se corría un riesgo asociar esa actividad un determinado tipo de colectivo o incluso a una generación. En parte fue así porque había gente que comentaba: "Tenéis que pasaros por mi barrio" o "vosotros que sois jóvenes". No es esa la idea: cualquiera puede coger la pala.

2 comentarios:

Daniel dijo...

Coroña es una antigua zona de viviendas obreras abandonadas, autentica historia obrera de Gijón.

factoria7gritos dijo...

La zona es curiosa y contrasta con lo que puedes ver una calle más allá, parecen dos mundos diferentes. Supongo que caroña será en el futuro pisos de altura y a lo mejor debería integrarse pero con casas rehabilitadas que tienen su encanto y que son testigo de esa presencia obrera. De hecho, Caroña no parece tan abandonada, por lo menos las casas con tejado -¿ocupadas?-, y está gente que vive ahí necesita también un futuro, quizás más que nadie.