1/3/12

Miaaaau



No se puede ser gato callejero. Al menos en Oviedo.

Hoy al llegar a casa de tarde nos encontramos con que tenemos que llamar a los bomberos. La caseta de una huerta que está en frente del parque de Villafría arde de lo lindo. Me da pena da pena del paisano que suele ir temprano a trabajarla, incluso los días de fiesta allí está nada más salir el sol.

Al rato bajamos para ver si aparecen los bomberos. Las llamas impresionan, hay un bosque cercano y por allí suelen jugar algunos niños y niñas más mayores. Por suerte no están, aunque luego llega alguno que tiene que explicar a los bomberos por donde deben acceder.

Mientras, todo apunta a una explicación sobre el origen del incendio. Vecinos y vecinas del barrio comentan que coincide que en la caseta una chica recoge a gatos callejeros que cuida con mimo. Así que puede que algún peligro público andante se haya tomado la normativa municipal por su propia mano y haya tirado de cerrilla. Si es así, puede que ese individuo no haya caído en la cuenta de que ha podido poner en peligro la vida de esos niños y esas niñas que de vez en cuando se acercan al prado del incendio, que el maltrato animal es un delito, que movilizar bomberos y policía además de un gasto tremendo es distraer efectivos de otros casos similares y que ha jodido pero bien al paisano y la chica de la huerta. Pero si es así quizás no le importe nada de esto. Puede que esa presunta venganza le reconforte pero yo espero que la policía haga su trabajo, investigue y dé con el origen para poner al presunto delincuente en manos de la Justicia.

Y todo esto casualmente ocurre en medio de una polémica, que va desde un problema de limpieza en un centro escolar hasta una manifestación o una petición ciudadana que también incluye a Oviedo. Seguramente en mi pueblo se reirían. Pero el miedo a lo desconocido (ya no sabemos ni lo que es un gato, una huerta o un prao) parece que puede más.

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