20/9/10

Labordeta

Puede que sea redundante hablar tanto de una persona en estos momentos, que sea decir lo mismo y que sea injusto por eso de los homenajes en vida, pero la admiración obliga también a no callarse.

La tele nos presentó a un personaje, profesor entrañable, que acababa merendando jamón y bebiendo vino en algún lugar del país que enseñaba. Aquello era magia, una cita semanal obligada en un programa que recuperaba oficios, gentes y lugares y hacía mucho más país que los que se envuelven en banderas. Años más tarde, en Trébede, tuve la oportunidad de escuchar uno de sus conciertos: me pareció memorable. Poco antes, ya se sabía de su iniciativa al frente de la Chunta -después de abandonar la órbita de IU-, un partido que recordaba a una especie de Euskadiko Ezkerra aragonesa y que tenía unas juventudes muy majas.

La vida de Labordeta es admirable. Hay anécdotas que igual distorsionan como el recuerdo de algunas formas en política-en respuesta a insultos de tipos agradables como Cascos-, el hecho de que Losantos fuera alumno suyo o la broma de las meriendas que se pegaba en cada pueblo que visitaba en "Un país en la mochila". Pero lo cierto es que, incluso sus adversarios, le reconocen haber sido un buen profesor, escritor, cantante, presentador y político. Son oficios muy distintos y todos los ejerció bien, de manera honesta, trabajadora y fiel a sus valores. Creo que José Antonio Labordeta gustaba  porque, de fondo, mucha gente comparte sus valores.

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